A pesar del fallo de la Justicia Federal de suspender las clases en CABA, el Jefe de Gobierno Porteño decide una vez más desentenderse de las medidas nacionales y continuar con las clases presenciales.
Bajo el eslogan de priorizar la educación, el Ministerio de Educación da motivos en su accionar de hacer absolutamente lo contrario.
Si se hubiera querido defender la educación, no faltarían 25.000 vacantes para niñas/os.
Si se hubiera querido defender la educación, no se recortaría el presupuesto educativo año a año.
Si se hubiera querido defender la educación, todas/os las/os niñas/os y docentes tendríamos conectividad y dispositivos, previendo que en algún momento la pandemia no nos daría tregua.
Si se hubiera querido defender la educación, se habría invertido en las condiciones edilicias para asegurar espacios ventilados, como demandan los diversos protocolos.
Si se hubiera querido defender la educación, las/os docentes habrían accedido a cargos, cubriendo las verdaderas demandas de las instituciones y no ahorrando a costas de sobrecargar al personal de cada establecimiento en funciones que no le corresponden.
Para las/os docentes y equipos directivos, brindar educación es sostener una propuesta pedagógica, crítica, con sentido, significativa y real.
La intermitencia de la presencialidad de las burbujas, dificulta una continuidad pedagógica ESENCIAL para la educación que se pretende defender.
Mientras las/os docentes nos encontramos en el medio de disputas que poco hablan de educación y que responden a intereses electorales, se distrae la atención que la sociedad debiera tener en los cuidados. Pareciera no importar, en definitiva, ni la educación, ni la salud.
